lunes, 3 de septiembre de 2007

Los amigos de la esfinge


Unos árboles no quieren que me separe de ellos

dicen que pertenezco al bosque

me aplauden los pensamientos cuando no tengo ánimo de recitarles

entonces percibo que se alargan para escuchar

yo sé que el oro del otoño está allí para gratificarme

para servir al vaivén de la rueda.


Sé también que en los rincones del bosque

me esperan diminutas alejandras recogiendo castañas alucinógenas

unas palabras perdidas en la hojarasca

si sigues su hilo de renacimiento y muerte

encontrarás un poema sobre la totalidad del cambio.


Si sigo aquí a pesar del frío en mi puesto vigía de la tarde

es porque mi oreja está abierta al mundo del sonido

vigilo como una estatua sin brazos

a la que nadie reconoce su belleza

y sólo se abre mi boca para despertar una pregunta.