Una pregunta pende del labio:
¿para qué erigir urbes de hielo?
Subir rascacielos y colgar espejos
mientras en una covacha se esconden el hombre y su perro
en una esquina se encuentran las manos trémulas del tabaco
en un sitio eriazo hacen el amor dos adolescentes sin mirarse
en los andenes imantados del apuro
yacen los pies llagados dentro de las calcetas
Ya no tiemblan las rodillas frente a la belleza
y la belleza no quiere ocupar el sitio del escupo
Nadie acude a la apertura teatral de los portones
Hay expeditas vías de contacto mas el saludo se congela al llegar a los labios
el ojo se suicida ante el corte pasado de moda
Es una vergüenza llevar la frente sudada por trabajo
es una tragedia andar con el hijo de la mano
¿Para qué erigir ciudades?
en medio de ellas
el Mausoleo del Hombre
cobra su tributo
Una identidad de espectro funda la capital
un presagio de muerto sobrepuesto a otro muerto.